1ª Tesalonicenses 5:23 dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Dios quiere apartarnos en nuestro espíritu, alma y cuerpo. Quiere completar toda parte de nosotros sin mancha alguna. Somos espíritu que tiene alma y vive en un cuerpo.
Cuando aceptamos a Jesucristo como Señor, nuestro espíritu se regenera instantáneamente, pero ahora tiene que producirse el proceso de salvación del alma. El nacer de nuevo vivifica nuestro espíritu y hace que la salvación, la integridad sea posible para el alma.
Espíritu y alma: el corazón del hombre
En Santiago 1:21 se nos dice: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas”.
Esta palabra “salvar” aquí es “sozo”, que significa preservar, liberar, sanar, curar, hacer revivir al alma. El corazón del hombre se compone del espíritu y el alma. Tenemos dos canales que entran a nuestro corazón. Uno es nuestro espíritu, que es el canal de Dios. Y también tenemos nuestro propio canal, que es el alma: nuestra mente, voluntad, emociones e intelecto. Debemos aprender a cuidar del alma, a que sea transformada y se sujete al espíritu para poder realmente vivir en el espíritu.
Ya que hay dos canales que entran en nuestros corazones, el estado de mi corazón está en relación directamente proporcional a cuál de estos dos esté ejerciendo mayor fuerza en mi vida. Si me dejo llevar por mis deseos almáticos, permitiendo que mi alma gobierne, entonces obviamente aquello que viene de Dios se verá entorpecido y limitado porque no hay cabida suficiente en mi corazón. Sin embargo, si le doy la vuelta y mi alma se salva y se sujeta a mi espíritu, entonces mi alma estará colaborando con mi espíritu y ahora obtendré integridad interior.
Los acontecimientos de la vida pueden provocar una fracturación del alma. Una persona puede estar estancada emocionalmente a causa de traumas de la vida, y no crecer más allá de ese punto. Hasta que la persona reciba la sanidad se repetirán continuamente los ciclos de su comportamiento.
Cuando pasa algo traumático, la vida empieza a filtrarse a través de nuestra alma fracturada, llena de recuerdos y de historia en lugar de a través de nuestro espíritu hecho a imagen de Dios. Nuestros pensamientos, perspectivas y comportamiento se desvían y reproducimos lo que somos. Todos tenemos un pasado herido de algún modo.
El Salmo 23 dice que el Señor restaurará nuestra alma. Eso significa literalmente, tomar algo que ha estado dispersado y fracturado y reunir de nuevo todas las piezas, juntándolas una vez más.
El hacer que estemos sanos o enteros es algo que sólo Dios puede hacer. Su restauración y transformación vienen a través de Su gracia. La gracia es el Espíritu Santo haciendo en y a través de nosotros lo que no podemos hacer por nuestra cuenta.
Un lugar de sanidad
Dios quiere traer tu alma a un lugar de sanidad. Quiere que vivamos en la libertad a través de la vida de Dios en nuestro espíritu. (Foto cortesía de Global Fire Ministries International)
¿Cómo sabemos si estamos viviendo en el alma en lugar del espíritu?
Hebreos 4:12 dice que “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. La Palabra está viva, lleva poder. A menos que yo permita que la Palabra esté viva dentro de mí, es sólo una posibilidad. El incorporar la Palabra dentro de nosotros y meditar en ella traerá a la luz lo que es alma y lo que es espíritu.
La transformación comienza con recibir revelación de la necesidad de la misma. El siguiente paso es separación para la aclaración. Pídele a Dios que te aclare lo que está ocurriendo dentro de ti. ¿Por qué me siento de esta manera? ¿Por qué estoy respondiendo de esta manera? Pasa tiempo en Su Presencia, en la Palabra, permitiendo que el Espíritu Santo toque aquellos lugares donde el alma necesita ser sanada y cambiada.
Sepamos que el plan de Dios es que estemos completos y seamos transformados, para vivir en vida abundante y desprender Su fragancia en la atmósfera que nos rodea. Viviendo de nuestro espíritu, con el fluir de Dios en nosotros, traeremos el Cielo a la tierra en nuestras propias vidas y las de los demás.
Enfoque de oración
* Para ustedes mismos, pidan que el Espíritu Santo les muestre donde fue herida y fracturada su alma. El Salmo 23 dice Él restaurará y reparará su alma.
* Pidan que el Espíritu Santo convenza y despierte a la Iglesia sobre la necesidad de ser transformados.
* Oren para que haya un nuevo apetito por la Palabra, que trae transformación del alma. Por Jeff Jansen
Fuente: elijahlist.org